Ha sido una partida muy larga la que ahora termina ; ocho temporadas, largos años, pero solo dos estaciones en Poniente: de la primavera cuando todo era nuevo, fresco y vibrante a este invierno desenfocado de ideas congeladas y tramas estériles. La partida ha sido larga, ha terminado, y Bran se sienta en el trono de los Seis Reinos. El polvo - la ceniza - se ha posado y aquí estamos, tras este último episodio. Tantos años. Tanta pasión... ha terminado en ceniza. El problema no es el qué ; nunca lo ha sido. El problema es el cómo . Y el cómo es lo que hace de estas dos temporadas, la última en particular, una pesadilla. Ha desaparecido toda sombra de verosimilitud: la suspensión de la incredulidad se ha levantado y no hay quién se lo trague. Y es que hemos visto Dragones morir como gallinas y balistas que funcionan en días alternos. Hemos visto Caminantes Blancos estallar en mil pedazos junto a nuestros sueños de una Larga Noche tan temible como ocho temporadas nos habían